Fraternidade – Humanitária (FFHI) pasa a gestionar los tres albergues para migrantes indígenas venezolanos en Roraima y profundiza el enfoque en las especificidades de esta población
A fines de 2020, la Operación Acogida, que atiende a los migrantes venezolanos en el norte de Brasil, pasó por una reestructuración. Debido a los esfuerzos combinados del Gobierno brasileño, las agencias de la ONU y los diversos actores humanitarios que forman parte de la operación, se pudieron cerrar algunos refugios, que es el objetivo a largo plazo de una respuesta humanitaria.
Si bien la pandemia Covid-19 fue un agravante en un contexto de crisis, generando una emergencia sanitaria dentro de la emergencia humanitaria, el trabajo con la reubicación de los migrantes en otros estados de Brasil, la disponibilidad de alquiler social y el cierre de La frontera con Venezuela debido a la pandemia provocó que la demanda de alojamiento disminuya en Roraima.
Esta reestructuración también permitió renovar un espacio. El albergue Jardim Floresta fue desocupado, se sometió a algunas adaptaciones y se lo destinó para atender a los migrantes indígenas. Más de 100 beneficiarios fueron trasladados del albergue Janokoida, en Pacaraima, que estaba funcionando por encima de su capacidad. También fue el destino de aproximadamente 200 personas que vivían en una ocupación espontánea en Boa Vista, sin los beneficios disponibles en los albergues de la Operación Acogida en relación a seguridad, alimentación y salud.
Teniendo en cuenta la experiencia adquirida por la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI) en el trabajo humanitario con refugiados indígenas, que desde 2016 trabaja en Roraima con este público, la institución fue invitada a gestionar este albergue en alianza con ACNUR. Como se cerraron otros dos albergues para personas no indígenas, que estaban bajo su gestión en 2020, la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) ahora se centra totalmente en la población indígena, ocupándose de la gestión de los tres refugios existentes en Roraima para las diferentes etnias.
“Debido a la complejidad de la situación, al ser una población muy específica por los temas culturales, decidimos enfocar [nuestro trabajo] solo en los refugios indígenas, precisamente con miras a mejorar la gestión de los refugios, con una gestión más compartida, que entra en un modelo de participación comunitaria en la toma de decisiones; esto ya está sucediendo ahora, pero la propuesta es que se mejore la gestión del albergue con este enfoque ”, informa Rafael Corbetta, director regional de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) en Roraima.
Otro aspecto que se va a poder profundizar en esta nueva etapa del trabajo de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) es la cuestión de las soluciones duraderas para esta población, prosigue Rafael, “porque todavía no hay una alternativa estructurada por parte de la respuesta [humanitaria] en su conjunto para la población indígena, además del albergue – si para los no indígenas existe la opción de traslado a otros lugares del interior de Brasil, para los indígenas todavía hay una laguna, y se está construyendo una alternativa para esta población, para que puedan salir de los albergues y rehacer sus vidas”.
En este sentido, en los últimos dos meses de 2020, la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) promovió los primeros cursos para profesionalizar a los beneficiarios de albergues indígenas, con miras a facilitar su inserción en el mercado laboral brasileño. Se dictaron cursos de Informática Básica, en alianza con UNIVIRR, de Técnicas Básicas de Panadería y Corte de Cabello Masculino, con certificación Senac, y curso de Brigadista, en alianza con Segcin, además de la Escuela de Líderes Indígenas, en alianza con Instituto Insikiran de la UFRR y ACNUR.
Los cursos, además de un objetivo práctico, también colaboran en el rescate de la dignidad humana en un contexto de migración forzada y vulnerabilidad social. Como atestigua Amarilis, refugiada de la etnia Warao en Jardim Floresta: “Toda las capacitaciones que puedan dar es bienvenida, ya que las vamos a aprovechar mucho”. Y continúa: “Nosotros, los Warao, estamos dispuestos a seguir haciendo crecer nuestro conocimiento; no desperdiciamos estas oportunidades que son importantes, porque estos cursos nos ayudan a crecer como personas, a poder salir del aquí, del albergue, a conseguir trabajo, porque eso es lo que también queremos, que el Warao trabaje, trabaje para poder ayudar a la familia’’.
En síntesis, 2021 comienza en la Misión Roraima con este enfoque exclusivo en la respuesta humanitaria para los migrantes indígenas venezolanos, una situación muy compleja por sus especificidades sociales y culturales, algo único a nivel mundial en el contexto humanitario; y el año también estará guiado por el compromiso de mejorar esta respuesta, especialmente en lo que respecta a la búsqueda de soluciones duraderas para esta población, lo que representa un gran desafío, pero también una aspiración de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) por el rescate de la dignidad humana y por el establecimiento de una cultura de paz entre los pueblos.