Las personas que abandonan sus países para huir de una situación de crisis humanitaria se lanzan a lo desconocido, a la incertidumbre. No saben si recibirán ayuda, si encontrarán una situación mejor que la que dejaron atrás.
En el pasado, era más fácil para todos nosotros actuar de acuerdo con nuestra bondad natural. Ayudar a alguien, ofrecer un alimento, hospedar por algún tiempo, en las sociedades antiguas era simple. Hoy en día en las grandes ciudades, con las vidas de todos ocupada, el tiempo marcado por el reloj, el clima de competitividad, todo es más complejo.
Grupos como la Fraternidade – Federación Humanitaria Internacional (FFHI), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Operación Acogida se unen para ayudar a miles de personas.
Las situaciones humanas con las que tienen que lidiar son a menudo conmovedoras, el desamparo de las personas es grande. Solo a través de la unión de muchas personas, esos equipos de acogida pueden buscar la mejor solución, recibiendo, escuchando, alimentando, ofreciendo un lugar seguro para continuar la vida en el momento presente y la posibilidad de un futuro mejor.