La fecha, creada por la ONU en 2014, busca hacer visibles a los 1800 billones de adolescentes y jóvenes de entre 10 y 24 años de todo el mundo, que representan una cuarta parte de la población mundial.
Aunque desempeñan un papel clave en el desarrollo sostenible de las sociedades, la mayoría de ellos se encuentran en empleos precarios o poco calificados.
La ONU estima que la población juvenil desempleada asciende a 75 millones y que los jóvenes tienen 3 veces más probabilidades de estar desocupados que los adultos. Uno de cada cinco jóvenes (125 millones) trabaja pero vive en la pobreza extrema (con menos de 1 dólar al día).
El acceso de los jóvenes a la educación y a la formación profesional reviste una importancia capital, ya que la adquisición de nuevos conocimientos es esencial para su integración en el mercado laboral.
Una educación de calidad que erradique la pobreza y promueva la sostenibilidad, es el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 de la Agenda 2030 de la ONU, que establece: «Para 2030, aumentar sustancialmente el número de jóvenes y adultos que posean habilitaciones relevantes, inclusive competencias técnicas y profesionales para el empleo, el trabajo decente y el espíritu empresarial».
La Fraternidad – Misiones Humanitarias Internacionales (FMHI), en sus prácticas desarrolladas en respuestas humanitarias en diferentes regiones del planeta, desarrolla acciones en el campo de la educación para la superación del trauma y para la formación técnico-profesional, para que los jóvenes migrantes y refugiados y las personas en situación de vulnerabilidad social puedan hacer la transición al mercado laboral y participar activamente en sus comunidades y sociedades de acogida.
«La educación y la formación profesional son medios necesarios para que los jóvenes, especialmente aquellos que han visto sus vidas atravesadas por situaciones de emergencia y crisis, puedan seguir construyendo sus proyectos de vida. La construcción de estas oportunidades pasa por iniciativas de educación y formación que preparen a este grupo de edad, sean hombres o mujeres, para mejorar su calidad de vida, decidir si formar una familia y cuándo, permitiendo una planificación que apoye su propio desarrollo, incluso en condiciones difíciles», analiza Anderson Santiago, servidor voluntario que trabaja en la Misión Angola Humanitaria.
Educación y refugio en la Misión Roraima Humanitaria
Según datos de la Red Interinstitucional para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE), en 2019, incluso antes de la pandemia de COVID-19, 127 millones de niños y jóvenes en edad de asistir a la escuela primaria y secundaria que vivían en países afectados por crisis estaban sin escolarizar, lo que representa casi el 50% del total de la población no escolarizada en el mundo.
Para los jóvenes indígenas venezolanos migrantes y refugiados que viven en el estado de Roraima, la realidad no es muy diferente. «A pesar de que la educación es un derecho humano universal y fundamental, sin embargo, estadísticamente, el mayor número de jóvenes migrantes indígenas están matriculados sólo en la escuela primaria, sin progresar más allá de esa etapa. Esta tendencia puede ocurrir debido a varios factores; por lo tanto, frente a este escenario, el Centro Cultural y de Formación Indígena (CCFI), coordinado por la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FIHM), tiene entre sus objetivos crear oportunidades para la integración social de estos jóvenes, que se han visto obligados a abandonar sus países de origen», señalan Florência y Ricardo Treno, servidores voluntarios de la Misión Roraima Humanitaria.
«El objetivo de la Fraternidad -Misiones Humanitarias (FIHM) es encontrar soluciones que permitan a los jóvenes reconstruir sus vidas con dignidad y paz. Por eso, los jóvenes tienen acceso a oportunidades para prepararse para la vida adulta a través de cursos y capacitaciones técnicas profesionales y formaciones que fomentan su expresión artística y cultural, además del aprendizaje del portugués, realizado en colaboración con otras instituciones», añaden los servidores humanitarios.
«Para adecuarnos a las aspiraciones, sueños y habilidades de estos jóvenes, promovemos la capacitación y entrenamiento en el mercado de trabajo, junto con talleres teóricos y prácticos, que ayudan a fortalecer la estima y la confianza en sí mismos, para que puedan alcanzar sus sueños a través de sus habilidades, dándoles la orientación adecuada para hacer buenas elecciones para su futuro profesional y así encontrar oportunidades en el mercado de trabajo», destacan los servidores voluntarios.
Educación inclusiva en la Misión Angola Humanitaria
El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4 también busca «Eliminar las desigualdades de género en la educación y garantizar la igualdad de acceso a todos los niveles de la enseñanza y la formación profesional para los más vulnerables, incluidas las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y los niños en situaciones vulnerables».
En ese sentido, Anderson señala que «en el área de calidad de vida y la juventud, el Sector de Educación en Emergencias de la Fraternidad – Misiones Humanitarias (FMHI), en las acciones desarrolladas en la Misión Angola Humanitaria, busca trabajar en sintonía con otros sectores, como el de Medios de Vida y el de acción con Personas con Discapacidad, donde gran parte de las iniciativas y proyectos vinculan la educación con inclusión, proporcionando también un aprendizaje técnico y profesional que ayude a los jóvenes a descubrir y mejorar su potencial individual, al mismo tiempo que pueden construir y crear procesos e ítems que mejoren su calidad de vida. Es el caso de los talleres de jabón, costura, mantenimiento y panadería».
Y añade: «Todas estas iniciativas deben estar en sintonía con la realidad local, preferiblemente siendo mixtas, es decir, vinculando a los jóvenes afectados por emergencias y crisis con quienes conforman la sociedad local. Esto incluye conocer cuáles son las necesidades y demandas reales de la sociedad, combinar las iniciativas con las perspectivas de los próximos pasos que pueden dar estos jóvenes en sus planes de vida».
Potencialidad y resiliencia
El Día Mundial de las Competencias de los Jóvenes, que se celebra hoy, es una oportunidad para comprender la relevancia histórica de este momento, en el que la gran proporción de jóvenes es una situación favorable para el desarrollo global, ya que tenemos más personas en edad de trabajar que dependientes. Es un momento en el que podemos entender que la juventud es la fase de la vida con mayor potencial para la profundización de los estudios y el inicio de la vida profesional y reconocer su potencial para añadir diversidad, fuerza creativa y conocimientos que generen el desarrollo de las naciones.
Es un momento oportuno para comprender que la energía y la innovación que aportan los jóvenes pueden impulsar el progreso social e influir directamente en la sostenibilidad y la resiliencia de sus comunidades.