La traducción, tarea imprescindible para promover la misión de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI)
“El traductor no es un mero transportador de palabras de un idioma a otro, sino un productor de significado”. Su trabajo va mucho más allá de traducir un texto. Implica interpretar su significado y producir un nuevo texto con un sentido equivalente. La traducción derrumba barreras entre idiomas, posibilitando la interconexión de culturas y, de esa manera, una mayor aproximación entre los pueblos, sus valores, ideas, costumbres y tradiciones.
Con las nuevas tecnologías de traducción, ¿se vería amenazada la profesión de traductor? La respuesta es “no”, porque las máquinas no sienten emociones ni pueden interpretarlas, al menos por ahora.
La actividad es reconocida e incluso tiene una fecha conmemorativa en el calendario internacional. El 30 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Traducción, en honor a San Jerónimo, traductor de la Biblia, del griego antiguo y del hebreo, al latín, el idioma oficial de la Iglesia Católica en esa época. La fecha, establecida por la Federación Internacional de Traductores, remite al día de la muerte de San Jerónimo, que ocurrió en 419 o 420 d.C.
El traductor es un profesional imprescindible para promover el trabajo de la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional(FFHI), que opera en 28 países y aglutina a 24 asociaciones civiles nacionales e internacionales con acciones de carácter voluntario, humanitario, ambiental, cultural y filosófico.
Traductores e intérpretes de las etnias Warao y E’ñepa
En la Misión Humanitaria Roraima, que trabaja con indígenas venezolanos refugiados, la tarea del traductor permite la comprensión del lenguaje verbal y no verbal de los pueblos asistidos — indígenas de las etnias Warao y E’ñepa, entre otras—- por los integrantes de la Operación Acogida, en la que la Fraternidad-Humanitaria (FFHI) actúa como socio implementador de ACNUR, siendo responsable de la gestión de cinco albergues indígenas en Roraima y del Alojamiento de Tránsito de Manaos (ATM). Y también permite a los asistidos comprender lo que les transmiten los gestores y colaboradores de la Fraternidad Humanitaria (FFHI).
La indígena refugiada Yurkeline Isseni Marin Ratia, de 30 años, es traductora e intérprete del grupo étnico Warao. Habla de la relevancia de su tarea para su pueblo y comenta sobre su trabajo: “La traducción es importante porque algunas personas no entienden ni portugués ni español. Es fundamental porque estamos fuera de nuestro país. Lo más importante es traducir en las mismas palabras que ellos dijeron y que nuestro hermano Warao se sienta feliz cuando nos tomamos en serio nuestro idioma. Para mí, lo más importante es ayudar a nuestros hermanos Warao y no Warao. Si hay amor en nuestro trabajo, hay más responsabilidad con nuestra comunidad”.
Otro venezolano indígena, Ramón Carabaño García, de 28 años, trabaja como traductor para los pueblos E’ñepa. Para él, trabajar como traductor permite la comprensión del idioma entre sus hermanos E’ñepa y los brasileños. Dice: “Para traducir, tenemos que escribir en E’ñepa y entender esa palabra. Si no la entendemos, traducimos mal”.
Su trabajo va desde acompañar a los indígenas de su etnia fuera de los refugios en gestiones como obtención de documentos, ir al hospital, traducir recetas médicas, hasta desempeñarse como intérprete en reuniones con los administradores de los refugios y otros.
También traduce publicaciones impresas dirigidas a su pueblo: «Ahora estamos traduciendo un folleto informativo que aborda temas como números, saludos, enfermedades, violencia sexual».
«Las palabras y las frases tienen carga energética»
La argentina Brenda Rosamaría Cutrell, profesora jubilada de filosofía espiritual, residente en Tahlequah, Oklahoma, EE. UU., trabaja como traductora en varias publicaciones de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI). La mayoría de las veces traduce del español al inglés y, en algunos casos, del inglés al español.
Su trabajo comenzó con la traducción al inglés de libros del instructor espiritual José Trigueirinho Netto, fundador de la Comunidad-Luz Figueira y cofundador de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI), a pedido de su profesora, Carol Parrish – Harra, amiga de Trigueirinho. Ella recuerda: “Aunque nunca aprendí portugués, cuando fui a la Comunidad-Luz Figueira, hacia el 2000, entendí perfectamente el discurso de Trigueirinho. Fue una experiencia interesante. He traducido varios libros: Léxico Esotérico de la Obra de Triguerinho, Los Océanos tienen oídos, El arca de Noé, Nuestra vida durante los sueños, La Trayectoria del Fuego, Secretos Develados, entre otros. También traduje sus conferencias, publicadas en CD con inglés superpuesto a las grabaciones”.
Hace nueve años, Brenda fue invitada a una misión especial, que desarrolla de forma voluntaria: traducir los mensajes de los Mensajeros Divinos. Posteriormente, se involucró con el trabajo de la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) en la traducción de artículos para el portal, documentos jurídicos y presentaciones de proyectos para Europa y África. También traduce la serie Pensamientos de Trigueirinho.
Aclara que no habla portugués, que no tiene conocimientos de gramática ni de muchas palabras cotidianas, aunque está aprendiendo rápido. “¿Saben lo difícil que es encontrar la traducción al inglés de ‘gato peralta’?”, Bromea.
Para ella, la traducción es compleja y rodeada de sentimientos: “Traducir no es simplemente cambiar un texto de un idioma a otro. Especialmente en los mensajes de los Mensajeros Divinos, las palabras y frases tienen una carga energética, y esta carga debe pasarse al otro idioma, de manera exacta, para producir el mismo impacto. Esto no significa encontrar una palabra en inglés que suene igual que en portugués o en español. Significa encontrar la palabra con la misma carga de energía para que el mensaje (que en realidad es una carga de energía de una manera específica) se pueda transmitir».
Traducción y revisión del Manual Esfera
Aunque se formó en traducción, Fádia Maria Ramos González, de Porto Alegre, nunca había trabajado en esta área, ni profesional ni voluntariamente. La primera tarea que realizó, de forma voluntaria, fue la traducción del Manual Esfera. En esta entrevista habla sobre el trabajo, los retos vividos y sobre el profesional que trabaja en este universo.
¿Tuvo dificultades para traducir el Manual Esfera, una obra técnica compleja?
Yo diría que, más que dificultades, el proyecto presentó un verdadero desafío. El desafío implica una cierta provocación al sujeto, que se ve impulsado a ir un poco más allá de lo que normalmente es capaz de lograr. Y así fue con la traducción del Manual Esfera: en esta primera experiencia de traducir un texto técnico, me encargaron revisar la traducción de los diez traductores involucrados en la tarea, seguida de la revisión gramatical. Fuimos dos revisores, Mauro Rotenberg y yo, comparábamos el texto en el idioma original con las propuestas de diez fuentes distintas cuidando, no solo los aspectos relacionados con la precisión y fidelidad del original, sino también armonizando y estandarizando las partes con el fin de obtener un estilo homogéneo. El desafío, por lo tanto, no se limitaba a aprender conceptos y palabras de áreas muy alejadas de nuestra experiencia de vida, como la medicina, el saneamiento, la administración, la nutrición, el vocabulario humanitario en sí: fue necesario construir métodos de trabajo, acceder a técnicas y desarrollar procedimientos que permitieran manejar la multiplicidad de exigencias inherentes a una tarea de la envergadura de la traducción del Manual.
Para usted, ¿cuál es la importancia de este trabajo para las respuestas humanitarias?
El Manual Esfera consiste en la recopilación de normas, directrices, buenas prácticas y experiencias de agencias y trabajadores humanitarios de todo el mundo y tiene, como objetivo, orientar las respuestas humanitarias para que se desarrollen con más calidad, transparencia y eficacia, especialmente en lo pertinente a garantizar una vida digna para los refugiados y las personas desplazadas en todo el mundo.
Sobre la importancia del trabajo del traductor:
La importancia del trabajo del traductor radica en la capacidad de difundir conocimientos, ideas e información, facilitar la comunicación entre individuos y pueblos acercando así, al ser humano, a sus semejantes. A pesar de la globalización, las fronteras entre países siguen estando firmemente demarcadas por varios factores, incluido el idioma. En este escenario, la actividad de traducción juega el papel de eliminar estas fronteras e incluso puede traspasar territorios que, de otra manera, no se dejarían penetrar por diferentes costumbres y culturas. Se trata de una tarea que trasciende las fronteras lingüísticas ya que no se limita a la mera transposición de palabras de un idioma a otro: traductor y traducción son elementos al servicio de la interculturalidad, mezclando diferentes culturas y fomentando el diálogo entre ellas.
Traducir es una actividad cognitiva de alta complejidad que requiere, además de conocimiento, sensibilidad. Comentario.
Se dice que, como actividad cognitiva de alta complejidad, la traducción requiere, además de conocimiento, sensibilidad. Esto significa que el proceso de lectura y comprensión del texto en la lengua natural y reescribirlo en el idioma de destino no alcanza con dominar los idiomas involucrados. El traductor deberá hacer uso de otras habilidades y recursos que le predispongan a reconocer aspectos subyacentes al texto— como la función para la que está destinado y que debe mantenerse en la traducción—- y otros de carácter extralingüístico, como el destinatario del producto final, que no puede verse afectado por las dificultades añadidas a la lectura debido a una traducción incorrecta. Pero es en un nivel más interno donde la sensibilidad del traductor se ve desafiada durante todo el desarrollo de una traducción. Debe estar atento a su propia interacción con el texto y el universo que aporta, los mecanismos mentales e incluso emocionales que ocurren en su interior. Debe ser un observador de sí mismo, de cómo utiliza las experiencias y conocimientos que se activan desde el primer contacto con el material y que influyen en el acto de traducir. Debe estar dispuesto a reformular las hipótesis iniciales, yendo y viniendo constantemente sobre sus propios pasos y decisiones hasta encontrar la solución para la traducción más adecuada. Para ello, se requiere cierta flexibilidad. Debe renunciar a las palabras preferidas, que no siempre son las más eficientes; tener el valor de embarcarse en conceptos desconocidos sin miedo a utilizar expresiones que hasta entonces no formaban parte de su vocabulario. Debes ser sensible a las sutilezas del lenguaje, saber distinguir matices semánticos y deshacerse de prejuicios lingüísticos que desconoce tener. El traductor debe estar siempre abierto a lo nuevo y, con humildad, saber reconocer cuando necesita ayuda, fundamentalmente, cuando se enfrenta a contextos especializados por los que no transita Debe ser paciente, meticuloso y persistente en encontrar la mejor opción, aunque esté, inevitablemente, presionado por los plazos. Consciente de que la traducción es una actividad creativa y, por lo tanto subjetiva, debe, sin embargo, esforzarse por reducir al máximo la carga de subjetividad y producir un texto que exprese la voz del autor original.