La Misión Humanitaria Colombia, una acción permanente de la Fraternidade – Misiones Humanitarias Internacionales en el país sudamericano que recibe a la mayoría de los refugiados venezolanos, estuvo en la ciudad de Tunja, en el estado de Colombia central, para ayudar a un refugio que recibe a la población proveniente de Venezuela, pero que solo está pasando por el municipio.
«Son refugiados que vienen caminando de Venezuela hasta esta ciudad, pero que se dirigen a otros lugares de Colombia o a otros países, como Ecuador y Perú, en busca de oportunidades», dice Priscila Vasques, coordinadora del equipo de voluntario de la Fraternidade, que está reanudando la ayuda humanitaria en Colombia, después de una pausa de casi seis meses por los problemas burocráticos locales. La Misión comenzó en enero de 2018.
El equipo de la Fraternidade había visitado previamente este refugio que recibió ayuda, a fin de ofrecer los servicios necesarios y contribuir a brindar alguna comodidad a los caminantes. Ubicado en una casa dividida en alas para hombres, mujeres y madres con hijos, recibe a los refugiados por un día, normalmente. «En casos más específicos de vulnerabilidad, pueden quedarse un poco más», observa Priscilla.
En el refugio, el equipo de la Fraternidade organizó el depósito donde se almacenan los productos recibidos para donar a los refugiados, como ropa y zapatos. «El espacio ha sido arreglado para tener tantas camas como se puedan acomodar. Por esa razón, el depósito es pequeño y una buena parte de las donaciones se apilaron en el piso». Los voluntarios de la Fraternidade también ayudaron a limpiar el área donde se alojan los niños.
Jornada difícil
Tunja está a 115 kilómetros de Bogotá, la capital colombiana, y es una de las rutas elegidas por los refugiados que ingresan al país a través de la ciudad de Cúcuta, una ciudad en la frontera entre Colombia y Venezuela. Los migrantes siguen desde allí a Bucaramanga, Estado de Santander, ruta de la Cordillera Oriental de los Andes colombianos, un largo y frío tramo de senderismo. Tras esta difícil trayectoria, de más de 400 kilómetros, llegan a Tunja.
«En la ciudad, solo hay un refugio, donde pueden descansar, alimentarse, ducharse y seguir camino. Muchos llegan con los pies magullados, sin calzado adecuado y algunos en un estado de salud que requiere atención», remarca Priscilla. Después de Tunja, la mayoría va a Bogotá u otros destinos.
El número de migrantes venezolanos en Colombia llegó a más un millón trescientos mil personas en mayo. Los datos son de la ONU- Organización de las Naciones Unidas y representan la segunda migración más grande del mundo después de la crisis causada por la guerra en Siria. Diariamente, un promedio de 63000 venezolanos cruzan la frontera entre Colombia y Venezuela, de los cuales 2500 permanecen en territorio colombiano, sujetos a una grave escasez de alimentos, medicamentos, falta de vivienda y seguridad.