El Proyecto Adolescente (Eboma Tida, en lengua indígena Warao) permitirá a refugiados indígenas de 10 a 19 años producir toallas higiénicas sostenibles
El Sector de Arte-Educaciónde la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI) está desarrollando el proyecto Adolescente: Taller de Toallas Higiénicas Ecológicas para indígenas de 10 a 19 años que viven en los albergues de la Misión Roraima Humanitaria y cuenta con el apoyo de ACNUR (Agencia de ONU para Refugiados).
El proyecto piloto se llevó a cabo en el albergue Nova Canaã con seis niñas de 10 a 12 años, pero según la coordinadora de la iniciativa, Raquel de Souza, la oportunidad se extenderá a todas las que quieran participar.
Raquel explica que, entre los objetivos del proyecto, está «estimular el diálogo sobre el ciclo menstrual, tomar consciencia sobre los ritmos del cuerpo femenino y el autocuidado, además de conocer las memorias sobre sus ancestros y su relación con el ciclo menstrual, comparándolos con la actualidad».
La sostenibilidad ambiental es un tema transversal que también se trabajará con los participantes, siendo las toallas higiénicas ecológicas, reutilizables y sostenibles una de las posibles alternativas a las toallas higiénicas desechables.
Antes de presentar el proyecto al público objetivo, se consultó al antropólogo Fraternidad Humanitaria (FFHI), Fernando Fileno, y a las líderes indígenas, las Aidamos, para evitar cualquier tipo de inconsistencia o vergüenza en relación a los hábitos y valores culturales de la etnia Warao, en vista de la profundidad y delicadeza del tema y para que existiera la aprobación de todos. “Las madres de las participantes fueron informadas por las Aidamos y, personalmente, les entregué a las niñas una invitación por escrito”, explica Raquel, quien con entusiasmo señala: “hubo una adhesión inmediata al tema, y ninguna de las participantes faltó durante el taller”.
Con Covid-19, hubo una disminución de las actividades grupales y escolares y los talleres se volvieron esenciales para establecer un ritmo en la vida de las jóvenes, ayudando a promover la salud mental. Por esta razón, fomentar la capacidad de las adolescentes como educadoras sociales, para poder cuidarse de sí mismos y de las mujeres de sus comunidades, contribuye al fortalecimiento de esta población.
Superando tabúes
Según Raquel, la idealización del proyecto Adolescente surgió en primer lugar la necesidad de crear un vínculo con niñas y adolescentes para trabajar temas educativos relevantes para la pubertad y la adolescencia, de forma lúdica y cercana a sus realidades. “El tema central del proyecto es la menstruación, pero pretendemos abordar subtemas como el medio ambiente, la cultura indígena y la artesanía de manera que sea un proceso de construcción colectiva, a través del cual, tendrán la oportunidad de confeccionar su propio toallas higiénicas ecológicas y ser invitadas a participar como facilitadoras de otros talleres”, destaca.
“La educación es de extrema relevancia para estas mujeres jóvenes pues la pubertad y la adolescencia son etapas de grandes cambios físicos, psicológicos, conductuales y sociales. Por este motivo, se resalta la importancia de trabajar con refugiadas indígenas que se encuentran en estas etapas de la vida, grupos altamente vulnerables de sufrir riesgos como violencia de género (abuso y explotación, acoso, matrimonio precoz) discriminación, embarazo precoz, enfermedades de transmisión sexual, drogadicción, etc.”, refuerza Raquel.
Medio Ambiente y Sostenibilidad
En promedio, una mujer puede usar hasta doce mil toallas higiénicas desechables en su vida, lo que equivale a producir, aproximadamente, ciento ochenta y dos kilogramos de desechos durante sus años menstruales. Y este material puede tardar más de 400 años en descomponerse. Las toallas higiénicas ecológicas aparecen como una solución práctica e inteligente para contener la producción de basura y eliminación de residuos, ayudar a ahorrar dinero y contribuir a preservar la salud de la mujer con más naturalidad y comodidad.
Derecho al acceso a productos de higiene
Si bien la respuesta humanitaria ofrece, a las personas refugiadas, un botiquín con productos de higiene personal y menstrual mensualmente, es muy importante destacar los datos sobre este tema a escala mundial.
Quien menstrua gasta un promedio de R $ 12 en toallas higiénicas desechables cada mes. Esto equivale a un gasto de R $ 6000 durante todo su período fértil. Un valor inaccesible para millones de niñas y mujeres en todo el mundo, especialmente para las mujeres en situación de calle, las mujeres que viven en albergues o campamentos de refugiados y las personas que viven en la pobreza, que son las más vulnerables a este problema.
La falta de acceso a estos productos, además de problemas de salud, puede traer muchos otras eventualidades que se reflejarán a lo largo de la vida de estas personas. Como resultado de la precariedad menstrual, las niñas terminan perdiendo más días de escuela durante la menstruación, lo que puede afectar su rendimiento escolar.
Las consecuencias a largo plazo son graves, pues con la educación comprometida, la desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado laboral y en la vida social, en general, aumenta. De esta forma, las posibilidades de que estas niñas rompan el ciclo de la pobreza, y adquieran autonomía financiera, disminuyen aún más.
Temas como protección y bienestar, manejo de la higiene menstrual, prevención de riesgos (embarazo precoz, enfermedades de transmisión sexual) y participación comunitaria son relevantes para una respuesta humanitaria de calidad que promueva la dignidad humana, como lo indican los Requisitos Mínimos para la Educación (RME) y Manual de Género: Igualdad de Género y a través de la Educación (Gestión de la Higiene Menstrual) de la Red Interinstitucional de Educación en Situaciones de Emergencia (INEE) y en el Manual Esfera.